Hacer vino es todo un arte y siempre estará sujeto a las variantes del clima y del entorno, pero, ¿qué sucede cuando se debe lidiar constantemente con un volcán activo?
A mediados de febrero, el volcán Etna fue noticia por entrar en erupción, causando ligeros estragos en las adyacencias de la ciudad italiana de Catania, en la región de Sicilia. Aunque para el mundo pueda ser un hecho sorprendente y, quizás, un poco aterrador, los lugareños están algo acostumbrados a su constante actividad. Un ejemplo de esto es la pareja conformada por Stephanie y Ciro Biondi, quienes producen vino entre constantes lluvias de cenizas y roca volcánica.

Ambos se dedican a elaborar bebidas bajo el marco de la Denominación de Origen Controlado (DOC) Etna desde 1999, año en que decidieron recuperar los viñedos de la familia Biondi en la zona. Con el tiempo, han aprendido a jugar con las posibilidades que ofrece el terroir particular del lugar, logrando ejemplares que llaman la atención.
“Siempre existe una incertidumbre sobre vivir tan cerca del Etna”, comentó Stephanie a Fine Dining Lovers. Según expresa, durante la erupción de febrero, al principio lo tomaron con calma, incluso intentando grabar el suceso. Sin embargo, poco a poco subió la intensidad del evento natural, algo poco usual según aclaran, lo que dio pie a la preocupación por sus campos de vid.
Los dos coinciden en que los habitantes de Catania tienen un gran respeto por la enorme montaña, que ha llegado a destruir ciertos puntos de la ciudad con su lava. Su actividad, por más pequeña o grande que sea, obliga a tomar medidas para proteger a las personas. “Cuando el Etna entra en erupción, el aeropuerto tiene que cerrar debido a la nube de cenizas. Hay advertencias de tráfico, pues con toda la ceniza en las carreteras es como tener hielo negro, se vuelve todo muy resbaladizo”, explican.
Sacar ventaja al hacer vino

Aunque muchos puedan pensar que estas cenizas afectan a los Biondi, la realidad es todo lo contrario. El polvo que expide el volcán ayuda a fertilizar el suelo, potenciando su vino. “El microclima peculiar de las cercanías del Etna, así como la diversidad del suelo volcánico arenoso, rico en minerales, contribuye a las características únicas de nuestros vinos”, citan en su portal web.
Asimismo, cuentan con otras características del entorno que hacen que sus creaciones sean distintivas. Entre ellas destacan la altura de sus viñedos, a 700 metros, así como sus diferentes ubicaciones, estando uno más cerca del mar y otros más al norte de Catania.
Stephanie y Ciro dicen que ningún año es igual al otro, pues nunca se sabe qué esperar en la región. “Eso es lo increíble de cultivar vino en Etna: cada cosecha es diferente”, comentan.

Sus ejemplares se hacen, en el caso de los tintos, con uvas Nerello Mascalese y Nerello Cappuccio. Mientras, para los blancos, aprovechan las varietales Minella, que es autóctona de la zona, y Carricante.
Pese a que han sabido aprovecharse de un lugar particular para hacer vino, los Biondi han alcanzado el éxito sacando lo mejor que sus terrenos tienen para dar. Sin embargo, lo inesperado es regla cuando del Etna se trata: “No tenemos seguro para la actividad volcánica. Eso se considera un acto de Dios, ¿no?”, finaliza Stephanie.
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Con información de FineDiningLovers y iBioindi