Acompaña muchas de nuestras comidas y celebraciones, lo regalamos, nos lo regalan… pero en ocasiones no prestamos atención a los pequeños -y a veces grandes- detalles relativos al vino, quizás porque pensamos que eso es tarea de los expertos. Lo cierto es que nunca está de más conocer datos básicos, ya que esto evitará que hagamos gastos innecesarios o que desperdiciemos una buena botella. Además, aumentará el disfrute que podamos obtener de ellos.
En otra oportunidad se habló de los mitos que generalmente se instauran alrededor de los vinos. En esta ocasión rescatamos del libro Con los codos en la mesa de Alberto Soria cinco aspectos que probablemente no conocías sobre el licor de uvas.
1. El ambiente lo afecta
El calor y la luz que reciba la botella en el establecimiento donde se encuentre afectan negativamente el vino que contiene. Es por esto que los vinos que se espera duren en buenas condiciones por más de un año vienen en botellas de color negro o verde oscuro. Es recomendable comprarlos en tiendas especializadas con fama de que les prestan el cuidado necesario y que tienen una alta rotación de botellas.
2. Algunos tragos durante el aperitivo arruinan el disfrute de un buen vino
Un jugo de frutas, una limonada o un coctel traicionero no son tragos adecuados para consumir durante el aperitivo y pasar luego a un vino de calidad. Lo más recomendable es pedir agua, si se trata de un almuerzo. Cuando es una cena y no hay que volver a los quehaceres del día a día, se puede recurrir a bebidas como whisky, vodka o vermuts italianos (no cargados de otro alcohol). Pero hay que tener en cuenta que debe ser solo un trago y no varios; de lo contrario, da igual si el vino que sigue es uno barato o un gran reserva.
3. La armonía entre vinos y postres también se considera
Los vinos dulces son acompañantes ideales de los postres. Un placer solo de conocedores, según Soria. Los sauternes de la región francesa de Burdeos, los tokay de Hungría, el reciotto y el amarone de Italia, el moscatel de España y el eiswein de Alemania y Austria son los recomendados por el autor para armonizar con los postres. Los vinos dulces se sirven en copas más pequeñas y más fríos que los tintos o blancos. Además, se aconseja que sean levemente más dulces que el postre.
4. El vino que sobra aguanta poco
El oxígeno que queda en el espacio vacío de la botella en un principio apaga el sabor del vino y luego lo oxida. En la nevera pierde su encanto a los dos o tres días, por lo cual es el momento de acabarlo o de emplearlo para cocinar. Existen dispositivos para sacar el aire de la botella o para inyectar gas inerte que desplace el aire. El primer dispositivo a veces también se lleva elementos aromáticos o funciona de manera incompleta. El segundo aparato, el de la inyección de gas, no agrada a algunos conocedores del tema.
5. Sobre la costumbre de airear los vinos
Está el grupo de los partidarios de dejar respirar el vino después del descorche, llegando algunos al extremo de airear religiosamente todos los vinos, incluyendo los añejos. Y existe el grupo de los que descorchan y beben. Sobre este tema el autor cita a Ribéreau-Gayon y a Peynaud, padres de la enología moderna, quienes consideran que los vinos viejos no deben decantarse, ya que su bouquet (el aroma terciario, el más difícil de distinguir), desaparece o se atenúa, aun cuando la aireación sea ligera.
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