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El champagne o la magia de la burbuja

La magia de la burbuja en champagnes está presente en esta nueva cata de Cuatro de Copas en vísperas de Navidad, tras la cata de los mejores vinos de Jerez el noviembre pasado

Cuatro de Copas muestra un tentador escaparate de vinos de la Champaña. Para esta cata hemos contado con la colaboración especial de Cristina Tierno, máster en viticultura y enología, sumiller, formadora de vinos y embajadora de champagne, y el también sumiller Diego Echegaray.

Desde las grandes casas históricas hasta los pequeños cosecheros artesanales, desde los más clásicos hasta los que se inspiran en la modernidad, todos los estilos de la Champaña tienen reflejo en este conjunto de botellas que muestran la magia de la burbuja en todo su esplendor.

Uno de los grandes tesoros de la enología universal y una bebida imprescindible en los banquetes de las fechas que se avecinan.

Arnould Blanc de Noirs Grand Cru. Michel Arnould et fils (Verzenay) / 38 euros La magia de la burbuja

Los orígenes de esta familia de viticultores se remontan a finales del siglo XIX, cuando los abuelos Lefevre cultivaban un viñedo situado en el Grand Cru de Verzenay como proveedores de uva para las bodegas que disponían de prensas en la localidad.

Luego, tras la gran subida de precios de 1929, Henry Lefebre decide guardar una parte de sus racimos para elaborar su propio espumoso. Finalmente, a principios de los pasados 60, la unión matrimonial de su nieta Françoise con Michel Arnould da lugar a la empresa actual. El encuentro de un ‘grand cru’ y una tradición familiar, como explican los dueños de la propiedad, dirigida en la actualidad por Thierry, tercera generación de los Arnould.

Después de una crianza de 30 meses en contacto con las lías, este varietal de pinot noir procedente de las nueve has de la variedad que explota la familia en el ‘grand cru’ de Verzenay sedujo a los catadores con una fina y compleja nariz (fruta escarchada, bayas azules, brioche, humo y tueste, ecos minerales) y con un paladar fresco y gustoso, de gran amplitud y persistencia. Y, como soñar no cuesta nada (de momento), se lo tomarían con unos brazos de cangrejo real como los que exhiben en el escaparate del restaurante-boutique parisino Kaspia, junto a la Madeleine.

Calificación: 9,25/10

Bernard Remy Prestige. Bernard Remy et Fils (Allemant)/ 35 euros La magia de la burbuja

Fundada en 1968 por Bernard Remy en la pequeña localidad de Allemant, sus 12 has de viñedo en la Montaña de Reims, en plena Côte de Blancs, son el activo más valioso de esta casa elaboradora, cuyo primer mandamiento es transmitir en cada botella los valores de un terroir rico en tipos de suelo, con predominio de los de naturaleza calcárea.

Esta ‘cuvée’ Prestige incorpora un 90% de vinos de reserva y, en cuanto a viníferas, 60% de uva chardonnay, 30 de pinot noir y 10 de pinot meunier. Tras una estudiada vendimia (es crucial el grado de madurez de la fruta), los racimos se someten a un suave prensado para extraer los mejores mostos. Después de vinificar por separado las diferentes parcelas, el jefe de bodega procede al ensamblaje final. Cinco años de crianza en la cava hacen el resto.

La rica nariz de este vino, con abundantes notas de fruta escarchada y pastelería, incorpora aromas que recuerdan un almacén de coloniales (arenque ahumado, pasta de almendra, vainilla), amén de elegantes rasgos minerales y balsámicos. Anticipo de un paladar fino, equilibrado y de gran elegancia, que se prolonga en un largo final. Para  disfrutarlo, como ya es casi Navidad, en compañía de un caviar beluga triple cero.

Calificación: 8,75/10

Bollinger 13. Champagne Bollinger (Ay-Champagne) / 130 euros La magia de la burbuja

Esta singularísima edición limitada es lo último de la casa Bollinger, una de las pocas grandes bodegas de la Champaña que a día de hoy, tras casi dos siglos de su fundación (1828), mantiene la independencia de su propiedad familiar. Su elaboración año tras año de vinos tan poderosos como sofisticados le valió en 1884 el título de proveedor oficial de la Casa Real Británica.

Un ‘blanc de noirs millésimé’ que expresa la excelencia de las parcelas de pinot noir que posee Bollinger en la Montaña de Reims tras el duro invierno de 2013, cuyas heladas se tradujeron en una cosecha especialmente tardía.

Tras siete años de crianza sobre lías, este champán fue el mejor valorado por los catadores, con una nariz de extraordinaria sutileza y complejidad (notas de violeta y pétalo de rosa, confitura de grosella, almendra molida, nobles levaduras), a la que sigue un paladar de gran finura y rotundidad, que llena la boca al instante, pasa sobre la lengua como una caricia y termina en un largo, casi eterno, final. El vino saldrá airoso de cualquier maridaje, pero los catadores sugieren una ‘declinación’ (cocida, plancha y vapor) de gamba roja de Denia.  

Calificación: 9,5/10

Bruno Paillard extra brut Première cuvée. Maison Bruno Paillard / 47 euros La magia de la burbuja

Un ejemplo claro de la maestría en el antiguo arte del ensamblaje de las tres primeras variedades de uva de la Champaña -las tintas pinot noir (45%) y pinot meunier (12) y la blanca chardonnay (el 33 por ciento restante)- y de los vinos procedentes de distintas añadas. Una personalísima interpretación de las posibilidades que ofrece la Champaña.

Mostos de primer sangrado –puro zumo de uva- aportan la frescura de la fruta, mientras que vinos de reserva de hasta 25 añadas (a partir de 1985) se encargan de dotar al ensamblaje final de atributos como elegancia y complejidad.

Abundantes matices de herbolario (hinojo, laurel, manzanilla), unidos a nítidos aromas a bosque umbrío y setas, perfilan la nariz de este vino, en cuya boca destaca una burbuja finísima y perfectamente integrada (casi escondida), amén de ricas notas cítricas (pomelo rosa) y ahumadas en el final. Ideal para acompañar un bogavante azul frito. O un queso Brie de Meaux.

Calificación: 8/10

Charles Heidsieck Brut Réserve. CHARLES HEIDSIECK (Reims)/ 40 euros

Charles Heidsieck, fundador de su bodega en 1851, fue un hombre realmente singular. Culto y refinado, emprendedor y viajero empedernido, metódico como empresario, dicen que supo imprimir a su negocio no pocos rasgos de su personalidad, lo cual tuvo que ver con  el temprano éxito de sus espumosos a lo largo y ancho del mundo.

La casa cultiva en propiedad (y bajo criterios de sostenibilidad) unas 70 has de viñedo en los departamentos de Marne y Aube y también dispone de contratos con viticultores que aseguran la provisión de racimos año tras año. De esas cuidadas parcelas procede este Brut Réserve, facturado con vinos del año en un 60 % y de reserva en un 40, siempre con el concurso de las tres uvas principales de la región.

La nariz transmite al bebedor la rica panoplia aromática de la Champaña (níspero, yerba recién segada, hinojo, piel de mandarina, flores blancas) revestida de una particular impronta entre ahumada y mineral. Y le predispone para una boca llena y densa, cremosa, con más cuerpo que estructura y tal vez un punto más dulce de lo que sería deseable en esta categoría de vinos. Por contraste, podríamos casarlo sobre los manteles con un ceviche de corvina, o, mejor, de mero.    

Calificación: 7,5/10

La magia de la burbuja
Todos los champagnes catados el 25 de noviembre de 2021 por Cuatro de Copas en El Quinto Vino

Delamotte Blanc de Blancs. Champagne Delamotte (Le Mesnil-Sur-Oger) / 41 euros

Obtenido exclusivamente con uvas chardonnay –eso es lo que significa la indicación ‘blanc de blancs’ en la etiqueta-, este vino apuesta por la pureza mineral de los grandes ‘terroirs’ calizos de la legendaria Côte de Blancs, donde Delamotte, una de las casas más antiguas de la Champaña (creada en 1760), asienta sus mejores viñedos.

No faltan las sensaciones minerales (notas calizas y ahumadas) en este vino criado a lo largo de cinco años en presencia de sus lías, lo cual, unido a la adición  de hasta un 10 por ciento de vinos de reserva y a varios meses más de crianza tras el degüelle, potencia su expresividad y finura.

Finura y delicadeza es lo que hallaron los catadores en la nariz de este ‘blanc de blancs’, donde se entrelazan elegantes notas florales y frutales (manzana verde, pipa de girasol, almendra tostada, azucena, recuerdos de manantío) sobre un leve fondo de tierra mojada, a la que sigue una boca de cuerpo medio con sutiles toques amargos en el final. Ideal para saborear unas ostras Guillardeau de calibre cero acompañadas de rabanitos frescos con mantequilla y sal Maldon.   

Calificación: 7,75/10

Deutz Brut Classic. Champagne Deutz (Ay-champagne) / 40 euros

He aquí el espumoso más “ecléctico”, o generalista si se prefiere, de los que elabora la casa fundada en 1838 por William Deutz y que hoy forma parte del poderoso grupo Louis Roederer. No es un champán de añada (‘millésimé) ni de ninguna otra categoría especial. Es, porque así quiere serlo, un compendio de las cualidades más universales del gran vino de Champaña.

Como cada año, esta botella incorpora una proporción de entre el 20 y el 40 por ciento de vinos de reserva y el ensamblaje de las tres principales variedades de uva, a razón de un tercio cada una. Es el método local para mantener inalterado, cosecha tras cosecha, el estilo de los vinos: equilibrar en la bodega lo que desordena la naturaleza.

Al introducir la nariz en la copa, los catadores encontraron un vino rico en matices (naranjita de la china, notas ahumadas, laurel, trazas de clavo y pimienta) que se prolongaban en una boca de burbuja fina y perfectamente integrada, amén de llena y gustosa, muy en sintonía con su opulencia aromática. Tal vez un perfil de gran predicamento entre los consumidores, pero en el que los especialistas presentes en la cata también encontraron cierto exceso de notas dulzonas. Podría acompañarse de un ‘dal’ (o ‘dahl’, como prefieran) de lentejas amarillas con espinacas y curry.

Calificación: 7,5/10

Gosset Grande Réserve Brut. Champagne Gosset (Épernay)/ 51 euros La magia de la burbuja

Odilon de Varine, ‘chef de cave’ de la casa elaboradora más antigua de la Chanpaña, fundada en 1584 por Pierre Gosset en la localidad de Ay-Champagne y hoy radicada en Épernay; el jefe de bodega, decíamos, se refiere a este vino como la ‘cuvée’ insignia de la marca Gosset: 45% de chardonnay (finura y delicadeza), 45 de pinot noir (fruta y estructura) y 10 de pinot meunier (cuerpo).

Vinificado y criado con sus lías, en este vino espumoso se evita la fermentación maloláctica para preservar mejor los aromas de la fruta y dotarlo de mejor capacidad de envejecimiento, que aquí alcanza los tres años, 21 meses más que el mínimo fijado por los reglamentos de la AOC Champagne.

Aromas de fruta y repostería (ciruela claudia, mirabel, cabello de ángel) marcan la nariz de este vino, mientras que en el paladar los catadores destacan una fina burbuja que aporta cremosidad y una acidez más que correcta, si bien echan de menos algo más de cuerpo y estructura. Y lo acompañarían en la mesa de un turrón de yema tostada o un pan de Cádiz.

Calificación: 7,25/10

J.M. Gobillard et Fils Brut Blanc de Noirs. J.M. Gobillard et Fils (Hautvilliers) / 39 euros

Además de estar catalogado como ‘premier cru’ (segundo escalón de la calidad en el viñedo de la Champaña), el municipio de Hautvilliers es mundialmente conocido por albergar la abadía en la que inventó el llamado método ‘champenoise’ el monje benedictino Dom Pérignon.

Allí es donde radicaba el viticultor y cosechero Gervais Gobillard, iniciador de una saga bodeguera que continua con su hijo Jean Marie y sus cuatro nietos (Plilippe, Jean François, Thierry y Sandrine), todos ellos implicados en el día a día de la empresa fundada en 1933, que hoy cuenta con 30 has de viñedo en propiedad.

Autenticidad y la poderosa impronta de la uva pinot noir (100%) es lo que encontraron los bebedores en la nariz de este ‘blanc de noirs’, con un fino y elegante fondillo de vinosidad bien matizado por la presencia de notas de grosella negra y frutos secos, además de un suave fondo de té y especias dulces que uno de los catadores identificó con el Colacao de nuestra más tierna juventud. La boca, cuyos potentes aromas remiten a la nariz, cumple lo anunciado y se ofrece fresca y llena, de firme estructura, como de una pieza. Un paladar cuya versatilidad permite acompañarse tanto de un solomillo Wellington como de un rollito de langosta a la neoyorquina.  

Calificación: 8,5/10

La Perle des Treilles. Yannick Prévoteau (Damery) / 37 euros

Yannick Prévoteau es un cosechero y elaborador de culto de la Champaña, cuya producción se disputan los buenos conocedores del espumoso de las riberas del Marne. Con apenas 10 has de viñedo, la casa (en manos hoy de la quinta generación de la familia) explota un total de 67 pequeñas parcelas distribuidas en nueve enclaves de la región.

Una de ellas, “Les Treilles”, inspirada en los tiempos en los que la viña se cultivaba en el jardín de casa, entre enrejados de madera o apoyadas en el muro de la propiedad, es la que da nombre a esta ‘cuvée’, que incluye uvas de chardonnay (60%) y pinot noir (40), así como vinos de reserva de 2016 (50%), 2015 (25) y 2014 (25).

A los catadores les gustó una nariz particularmente armoniosa, rica en matices frutales (membrillo crudo, pera limonera) y vegetales (paloduz, champiñón) sobre un fondo de pan recién horneado y pimienta blanca. Lo mismo que una boca limpia y gustosa, de magnífica amplitud, de esas que dicen de un tirón todo lo que tienen que decir. Se lo tomarían, sin dudarlo, con uno de esos espléndidos rodaballos que preparan en Elkano (Getaria) sobre brasas de carbón.

Calificación: 8,75/10

Laurent-Perrier Cuvée Rosé Brut. Laurent-Perrier (Tours-Sur-Marne) / 70 euros

Fundada en la localidad de Tours-Sur-Marne hace más de dos siglos (1812), Laurent-Perrier es uno de los elaboradores sobre los que se ha cimentado la leyenda del mejor vino espumoso del planeta. En 1968 embotelló por primera vez un champán rosado de maceración, constituyéndose en pionero de una técnica que hoy es común en la región.

Las uvas pinot noir de esta ‘cuvée’ proceden de 10 ’crus’, la mayoría de ellos situados en las laderas norte y sur de la Montaña de Reims, entre los que se encuentran el célebre Côte de Bouzy, además de los también renombrados de Ambonnay, Louvois y Tours-Sur-Marne. El contacto de los mostos con los hollejos durante un mínimo de 48 horas nada más llegar a la bodega asegura una especial riqueza aromática, así como un color y estructura fuera de lo común.

Una impronta que pudieron apreciar los catadores en una rica nariz de bayas silvestres, flores y especias (clavellina, grosella negra, clavo, pétalos de rosa), con una suave nota tostada como telón de fondo. Y también en un paladar bien armado, amplio, largo y muy persistente, como para tomarlo en compañía de un buen jamón de bellota o un pato a la pekinesa.    Calificación: 8,5/10

Calificación: 8,5/10

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