La famosa cerveza o como popularmente se le conoce “birra”, es una de las bebidas alcohólicas más consumidas en el mundo. Por lo simple y refrescante al momento de beberla, se adapta sin mucha presunción y controles de enfriamiento.
Lo que muchos desconocen es sobre la verdadera importancia que tiene la espuma – que muchos suelen retrasar- al momento de disfrutar una buena cerveza, ya que la calidad de la misma se relaciona directamente con la calidad y tipo de fermentación por la que pasó la cerveza en su proceso de elaboración.
Otra de las razones por las que esa espuma es bienvenida a la hora de servirla es que mantiene la complejidad aromática de la bebida, ayudando al consumidor a disfrutar de las notas aromáticas y gustativas de cada tipo de cerveza en particular. Cuando se forma la espuma, las burbujas de dióxido de carbono suben a la superficie y explotan, liberando todos los aromas presentes.
Pero, además, una capa de espuma, por más fina que sea, evita o aminora el contacto del líquido con el aire, y esto nos sirve para que la bebida no se oxide y para que no pierda el gas tan pronto.
Los expertos nos dicen que una cerveza bien servida deberá tener una cabeza de aproximadamente un dedo de grosor. La mejor manera de obtenerla es siguiendo estos sencillos pasos.
¿Cómo se debe servir correctamente una cerveza?
Primero, se debe inclinar el vaso entre 20 y 45 grados, al momento de servirla, se debe procurar que el liquido caiga justo en la mitad del vaso, posteriormente, al haber servido aproximadamente la mitad del contenido, el vaso se debe llevar poco a poco a una posición vertical (90 grados) para terminar de servir el resto del contenido, esto hará que la cerveza desarrolle una cabeza abundante, pero no tanto como para que el vaso se llene de espuma y nos obligue a esperar a que el exceso se disipe.