Preparar té es todo un placer para quienes gozan del ritual que gira en torno a su consumo. Sin embargo, durante este proceso es muy normal cometer ciertas fallas que pueden perjudicar el estado óptimo de la bebida.
En principio, hay que resaltar que al hablar de té se hace referencia al producto de la planta homónima, conocida de manera científica como Camellia sinensis, que tiene sus orígenes en China. Normalmente, se suele utilizar este término para otro tipo de infusiones como, por ejemplo, “té de manzanilla”, lo que es en esencia incorrecto. Sin embargo, el diccionario de la Real Academia Española (RAE) admite el uso del vocablo para catalogar a cualquier bebida infusionada con hierbas.
Ahora, aunque muchos lo preparan diariamente, es muy común que se cometan pequeños errores durante su elaboración. Desterrarlos es la mejor forma de aprovechar al máximo la calidad del insumo y gozarlo con creces.
Un elemento importante
El agua es un componente importantísimo a la hora de preparar té. Mientras más pura y libre de minerales sea, mejores serán los resultados. Por ende, cuidar la calidad del agua utilizada es un factor relevante que influirá en el sabor de la bebida.
¿Hirviendo? No
Siguiendo con lo anterior, es muy frecuente que el líquido se caliente hasta su punto de ebullición (100 °C), algo que se ha de evitar a toda costa. El agua hirviendo quema aceites esenciales de las hojas y además causa la liberación de taninos, que generan amargor. Cada tipo de té se debe infusionar a una temperatura determinada y en un rango de tiempo específico según la intensidad que se busque:
- Blanco: Entre 60 °C y 70 °C de uno a cinco minutos
- Verde: Entre 70 °C y 80 °C de uno a cinco minutos.
- Oolong o té azul: Entre 80 °C y 90 °C de uno a tres minutos.
- Pu erh o té rojo: Entre 85 °C y 95 °C de dos a 10 minutos.
- Negro: Preferiblemente entre 95 °C y 99 °C sin llegar a hervir por dos o cinco minutos.
También es una recomendación constante de los expertos calentar el agua aparte. Una vez que llegue a la temperatura deseada, es cuando se debe proceder a infusionar.
Las proporciones
Si se ha de preparar té con las clásicas bolsas, esto no es mayor problema. Sin embargo, para quienes compran las hojas a granel puede ser todo un misterio. Los más conocedores afirman que lo mejor es que la cantidad sea de dos gramos por cada 150 o 200 mililitros de agua.
No dejarlo esperando
Pese a que algunas personas lo consumen diariamente, para otras es algo ocasional. Por lo tanto, se puede almacenar el té en la despensa por un tiempo prolongado, lo que no es adecuado.
Las hojas de té tendrán mejores características mientras más frescas estén. Así que se debe verificar la fecha de consumo preferente para verificar si está en su mejor momento. Sin embargo, no significa que no pueda consumirse, solo que tendrá menos potencial en cuanto a gusto y olor.
Sobre los agregados
Los más tradicionalistas consideran que es una infusión que debe beberse sola, sin ningún elemento adicional. Añadir leche, azúcar o limón, ingredientes comunes en su preparación, puede disminuir las buenas cualidades de un té bien hecho.
A disfrutarlo como merece
El té se caracteriza por el ritual que lo acompaña. Elaborarlo, servirlo y beberlo con placer y calma es importante en la concepción cultural que se tiene de la bebida.
Animarse a variar
Si se es un amante del té, ¿por qué no atreverse a navegar en su profunda diversidad? Blanco, verde, negro, oolong y muchos más son variedades que pueden encontrarse, cada una con diferentes cualidades de aroma y sabor.
De esta forma, aunque no es un punto referente a su preparación, encasillarse con uno solo de ellos y limitarse a conocer otros es, al menos para los amantes de la bebida, un error garrafal.
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