A menudo se subestima el valor nutritivo de las peras, consideradas muchas veces solo un postre dulce y agradable. En realidad, son una buena fuente de fibra soluble llamada pectina, que sirve para regular el funcionamiento del intestino, además de ayudar al organismo a eliminar el colesterol.
Esta fruta le aporta energía a nuestro organismo, ya que es rica en glucosa y fructosa. Lo bueno es que esa ganancia es baja en calorías. Son ricas en vitaminas B, C y K, calcio, potasio, magnesio, cobre, ácido fólico y manganeso, de manera que fortalecen el sistema inmunológico.
En ese sentido, tenga en cuenta que una pera contiene hasta un 11 % de la ingesta recomendada diariamente de vitamina C y 9,5 % de cobre.
Las peras también son ricas en sustancias con poder antiinflamatorio, que al parecer se concentran más en las semillas. Previenen la osteoporosis, gracias al boro presente en ellas, que ayuda al cuerpo a retener mejor el calcio que otras frutas.
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Las propiedades depurativas de esta fruta son otro punto a favor, porque propician el fortalecimiento del sistema cardiovascular, pero a su vez previenen el aumento de azúcar –niveles de glucosa- en la sangre. De hecho, los carbohidratos que brindan son absorbidos lentamente.
Las peras actúan como antioxidante. Tienen percetina, un pigmento natural que se encuentra en su piel, muy beneficioso para reducir la presión arterial. Por otra parte, si sufre de estreñimiento son un buen aliado.
Aunque las puede comer maduras, crudas o secas, es un tentempié ideal, porque su aporte en fibra es hasta tres veces mayor que el de la manzana. Eso sí, las peras frescas contienen un alcohol llamado sorbitol, que en grandes cantidades puede producir diarrea en aquellos que son susceptibles a ello.
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