Aunque muchos piensen que los espárragos son un placer y un manjar para gourmets, se cultivan desde hace más de dos mil años y se utilizan con fines medicinales a partir del siglo XVII.
Su principal efecto es el diurético, lo cual hace que mejore la función renal. No solo aumentan la cantidad de orina, sino que también se puede apreciar, minutos después de la micción, el olor de su compuesto activo, la espagarraguina.
En el siglo I D.C., el físico griego Dioscórides utilizaba esta planta para tratar problemas de riñón e hígado. Contiene algo de fibra, con un suave toque laxante y es ligeramente sedante.
Este alimento, que tiene un bajo contenido calórico (20 calorías por cada 100 gramos) y que puede ser preparado en diversas recetas (ensaladas, cocidos al vapor, en crema o salteados), es rico en antioxidantes y antiinflamatorios, pues contribuye a disminuir la hinchazón de los tejidos.
Por otro lado, posee propiedades que permiten limpiar el torrente sanguíneo, es bueno para el estreñimiento, mejora la función digestiva debido a que son prebióticos y es excelente para las mujeres que tengan el período menstrual, pues ayuda a reducir las molestias de la hinchazón de los pechos, dedos y tobillos.
Tenga en cuenta
Un dato importante es utilizar los que son frescos y verdes, y no botar el agua en la que los haya cocinado: bébasela o utilícela para hacer sopas, cremas o caldos, para así aprovechar su valor diurético. Utilice las partes leñosas de su tallo para dar sabor a las sopas.
Ahora bien, si usted sufre de gota, cálculos en los riñones y artritis, no es recomendable su consumo, pues su elevado nivel de purina lo puede agravar.
A pesar de que los espárragos ofrecen no pocos beneficios, comerlos en exceso puede tener algunas contraindicaciones, como por ejemplo las enfermedades anteriormente señaladas y otros padecimientos relacionados con dichos órganos, precisamente porque esa purina aumenta el nivel de ácido úrico, lo que puede dar origen a esas patologías.
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