La mayoría de las algas comestibles pertenece a las variedades verdes, marrones y rojas. Y aunque a menudo se denominan kelp, ese término designa, en propiedad, a los miembros de la especie fucus, la mayoría de cuyas variedades se da sólo en los mares del Norte, mar Báltico, y océanos Atlántico y Pacífico. Se ha usado tradicionalmente en agricultura y medicina.
Otras variedades de algas marinas, sobre todo en China y Japón, se han tenido en alta consideración desde siempre por su valor alimenticio y medicinal.
Aunque hay ligeras diferencias en la composición de las distintas clases de algas, no se puede dejar de insistir en su importancia en la dieta. Son una excelente fuente de proteínas, pero también de pocas calorías. Son ricas en fibra soluble, en calcio y magnesio. También de beta-caroteno, potasio y contienen mucho hierro y zinc.

Las algas son la fuente más rica de yodo de todos los alimentos, un mineral esencial para el funcionamiento normal de la glándula tiroides. Para los vegetarianos, son una verdadera necesidad, debido a su vitamina B12. Por ejemplo, 100 gramos aportan una cantidad varias veces superior a la necesaria para un día.
La tradición dice que muchas algas reducen la tensión sanguínea, curan úlceras de estómago, previenen el bocio y protegen contra muchas formas de cáncer. En materia de nutrición, no cabe duda de que estos antiguos remedios funcionan.
Algunas de ellas

Kombu es un alga marina que se utiliza con frecuencia para preparar nutritivas sopas y aperitivos, pues es buena en calcio y vitaminas A y C. Es de sabor muy fuerte. De hecho, una tira suele ser más que necesaria para preparar medio litro de caldo.
Una de las que se caracteriza por sus proteínas y minerales son las algas nori, que se suelen utilizar como guarnición de platos sabrosos o de hortalizas cocinadas. Comúnmente se utilizan en la cocina japonesa para envolver sus deliciosos bocados, entre ellos el sushi.
El wakame es otra de las algas que se parece a la kombu, ya que está llena de proteínas, hierro y calcio. Es una buena opción comestible para principiantes, pues su sabor no es muy diferente al de las verduras. Se utiliza en la cocina japonesa para preparar la nutritiva y famosa sopa miso, cuyo ingrediente principal es la sopa de soya fermentada. También es muy usada para el sushi.

Con todas ellas, se recomienda comprarlas secas y ponerlas en agua antes de consumirlas, a menos que se agregue en sopas o guisos. Son buenas para la anemia y para reforzar el sistema inmunitario. Se aconseja para tratar y prevenir la osteoporosis y la pérdida de peso.
Otras más…
Entre las muchas existen, hay una que se llama arame, que también es buena para principiantes, por su sabor dulce. Es excelente para ensaladas y sopas. La que se llama dulse (así con s) es todo lo contrario y no apta para cualquiera. Se cocine como se cocine, siempre es áspera, fuerte y salada. Por ejemplo, en Irlanda, uno de los países donde crece esta alga, se prepara una sopa tradicional, con un sabor bastante logrado.
Está la hiziki, que secada al sol y en tiras, con su sabor dulce y delicado, es riquísima en hierro y calcio. 50 gramos aportan la cantidad diaria para un adulto de ambos minerales esenciales.

Una de las algas rojas se llama laver. En Gales es muy popular durante cientos de años. Por ejemplo, un desayuno galés tradicional consiste en laver rebozada en harina de avena, frita y servida con huevos y tocineta. Eso sí, prepárese para un fuerte sabor a mar.
También la utilizan para hacer pan, claro está, se requiere cierto hábito para apreciar su sabor, por lo que no se recomienda a quienes no estén acostumbrados a las algas.
También le puede interesar: El cuscús, un plato básico, sencillo y sabroso del Magreb