Con su sabor suave y aceitoso, producido por ácidos grasos monosaturados, el aguacate es un alimento único utilizado en muchas recetas. Algunos antecedentes dicen que su origen probable se sitúa en Perú, donde se cree que se cultivan desde hace 8 mil o 9 mil años. Y en Guatemala, los indígenas utilizan con fines medicinales el fruto, las hojas secas y frescas de su árbol, la cáscara, la corteza e incluso la semilla.
Las personas que desean adelgazar creen que este alimento engorda, aunque sus calorías se ven compensadas por un valor nutritivo excelente. Esas grasas monosaturadas, especialmente el ácido oleico, como el aceite de oliva, lo convierten en un poderoso antioxidante. Es esta propiedad la que ayuda a prevenir enfermedades coronarias, ataques al corazón y el cáncer.
El aguacate es rico en potasio, cuya falta produce depresión y agotamiento. Pero también contiene vitamina B6, que ayuda a suprimir los cambios de humor, entre ellos los de las de mujeres con síndrome premenstrual.
En ese sentido, dado a que sus nutrientes favorecen el buen estado del ánimo, al consumirlo el magnesio y la piridoxina que proporciona hacen que el cuerpo genere serotonina, sustancia química asociada a la felicidad.
Igualmente, gracias a sus vitaminas E y B, se asegura que alivia trastornos como la infertilidad y la impotencia.
Tenga en cuenta

La carne y el aceite del aguacate han sido muy populares en la medicina tradicional como tratamiento para la piel, pues las sustancias químicas que contienen estimulan la producción de colágeno, que ayuda a suavizar las arrugas y a dar a la piel un aspecto joven y fresco, una forma más barata que las inyecciones o cremas.
Este ancestral alimento es igualmente una buena fuente de vitaminas A y E, excelentes para la piel, tanto si el aguacate se come como si se convierte en polvo para una mascarilla facial.
Ahora bien, dado que sus grasas son fáciles de digerir y que contienen sustancias químicas fungicidas y antibacterianas, el aguacate en forma de puré es un alimento ideal para los enfermos (niños y adultos) y convalecientes.
De hecho, el guacamole, esa salsa que preparan los mexicanos, termina teniendo un alto contenido en proteínas, que da mucha energía y es un factor protector muy elevado.
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