Italia, lugar de nacimiento de la amada pizza, es el hogar de los mejores maestros pizzaiolos del mundo. Entre toda esta competencia, destacar es un verdadero desafío. Sin embargo, el cocinero Franco Pepe ha logrado distinguirse del resto y convertirse en un ícono de la redonda preparación.
Desde su templo de sabores, Pepe in Grani, ubicado en la localidad italiana de Caiazzo, en la parte baja del país, ha alcanzado el estatus de leyenda entre amantes de las pizzas. Su excelencia, respeto por los ingredientes e innovación constante le han valido ser reconocido como uno de los mejores en su campo.
De generación en generación
Franco Pepe creció en el seno de una familia muy ligada a la pizza. Su abuelo, Ciccio, solía preparar panes y pizzas en su hogar, debido a que eran alimentos muy económicos. Luego, con el tiempo abrió una pequeña panadería en 1931, comenzando una dinastía de pizzeros de renombre.
Debido a la cercanía de su ciudad con Nápoles, sitio de origen de la preparación, su familia era fiel a su amor y tradición por el preparado horneado. Así, Pepe se formó entre harinas, quesos, tomates y otros insumos. Su camino estaba destinado a seguir al de su abuelo y su padre y dedicarse al establecimiento.
Pasaron los años y la experiencia que adquirió como ayudante en la cocina formaron en él la pasión necesaria para llevar al íconico plato italiano al más alto nivel de exquisitez. “La historia de nuestra pizzería familiar, es una historia nacida del hambre. Nunca puedo olvidar eso”, ha comentado el italiano.
El enorme Franco Pepe
En 2005, finalmente el cocinero decidió emprender su propio negocio. Así nació Pepe in Grani, ubicado a pocos metros de la panadería creada por su abuelo. Al principio, no tuvo el éxito esperado, pero las cosas fueron cambiando cuando descubrió la valía de sus pizzas para los comensales.
Pepe comenzó a ser más flexible con su estilo. Mantenía elementos importantes del método de elaboración napolitano, pero se atrevió a innovar más y a utilizar materias primas variadas.
En sus palabras, su restaurante es un lugar “para volver a las raíces, donde podemos escuchar, podemos meditar, podemos crear. Un lugar donde es posible formar, aprender e investigar. Un lugar para vivir con intimidad, exclusivamente, para realzar los sabores, para profundizar, para reconciliarnos, para dar cabida a la relación humana”.
Por otro lado, su establecimiento también resalta por su locación. En el casco antiguo de Caiazzo, en un edificación del siglo XVIII, está el recinto que reúne aspectos modernos con otros del pasado.
Pizzas imposibles de olvidar
Sobre la masa, que se hace con harinas cuidadosamente seleccionadas, se puede encontrar todo tipo de ingredientes, en su mayoría producidos localmente. Cada creación tiene un toque de artesanía, lo que la convierte en una obra de arte comestible y de sabor excepcional.
Tal es la calidad de su propuesta gastronómica, que incluso ha sido el número uno en las tres ediciones (2017, 2018 y 2019) del ranking 50 Top Pizza. Por ahora, el pizzaiolo aspira a más, comentando que su mayor sueño es recibir una estrella Michelin.
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