El melón es rico, dulce, refrescante y calma la sed. Se caracteriza principalmente por su riqueza en agua y su bajo aporte en calorías. Es un buen diurético, depurativo y ligeramente laxante.
Esta fruta, por lo general, se consigue todo el año. Usted quizás sea de los que cuando va al mercado no sabe cómo elegirla y si está en su punto. Pues esto no es un problema. Es muy sencillo precisar si está jugosa o no.
Para conocer si el melón tiene el grado de madurez ideal para comerlo, lo primero que hay que percibir es su olor. Cuando está listo para ser consumido suele expedir un aroma dulce y delicado. De hecho, mientras más dulzón esté, más maduro se encuentra. También puede reconocerlo por su textura. Estará mejor a medida que se sienta más suave.
En caso contrario, si lo compra y no siente ese aroma y está más durito o verde, puede dejarlo durante unos cuantos días a temperatura ambiente hasta que se ablande. Posteriormente, guárdelo en la nevera hasta su consumo.
Para conservar el melón

Además, cuando está muy maduro suele ceder por la base a la presión de los dedos: si se pone pegajoso, significa que está pasado. También se puede saber esto cuando, al agitar y acercarlo al oído, se oye el ruido de las semillas y el del jugo en su interior, así como cuando al abrirlo se descubre una carne rota, que parece helada.
En general, el melón sólo se conserva unos pocos días en la nevera. Una vez abierto, conviene guardarlo allí, bien cubierto con un papel film transparente, ya que desprende un olor muy fuerte y absorbe fácilmente los demás sabores. Igualmente, se puede congelar si se desea alargar el tiempo de conservación.
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