El café, una de las bebidas más consumidas en el mundo, es el fruto de un tipo de arbusto de hoja perenne que crece en una estrecha franja subtropical. Primero aparecen pequeños racimos de flores parecidas al jazmín y más tarde unas pequeñas bayas verdes.
Éstas tardan entre seis y nueve meses en madurar y cambian de verde a amarillo y después a rojo, hasta que alcanzan un color oscuro, casi negro. Las bayas de café se recolectan a mano, porque maduran en épocas diferentes.
Después de su recolección se procesan para eliminar la pulpa y dejar solo el grano. Para ello se retiran las vainas o se dejan en remojo, se sacan las bayas y se extrae el fruto. Entonces se seleccionan y se clasifican los granos verdes manualmente para luego ser tostados.
Precisamente, la torrefacción carameliza los azúcares e hidratos del carbonoso del grano y forma el aceite de café, que es donde procede su sabor y aroma. Sepa usted que el grano ligeramente tostado, de color canela a chocolate claro, es el que se utiliza para el café exprés, ya que el tueste más claro produce un sabor más penetrante y ácido que el tueste más oscuro. Cuanto más oscura es la torrefacción, menos cafeína y acidez contiene.
De hecho, los granos tienen un sabor diferente según la ubicación y las condiciones en las que ha crecido. El café de sabor completo y equilibrado se consigue mediante mezclas. Por ejemplo, hay granos del mismo tipo que crecen en lugares diferentes y se suelen mezclar para conseguir uno “perfecto”.
Tenga en cuenta
Utilice granos frescos. Guarde el café en grano a temperatura ambiente, lejos de otros alimentos de olor intenso. A menos que tenga que guardarlo durante un período largo de tiempo, no debería congelarlo, ya que su sabor puede verse afectado.
No olvide que el aire y la humedad son los enemigos del café, así que guárdelo en un recipiente hermético. Si tiene un aspecto aceitoso es porque los granos están viejos.
El café sabe mejor cuando se consume entre 24 y 72 horas después del tueste. Si usted quiere obtener una estupenda bebida, muela los granos antes de prepararlo. Eso sí, procure moler la cantidad justa que necesite.
En ese sentido, una medida correcta son dos cucharadas rasas por taza. Recuerde siempre comprobar que el equipo para prepararlo esté limpio y libre de restos de café molido o de aceites. La calidad del agua que usamos para su elaboración también es importante: se recomienda que sea mineral.
También caliente la taza con agua hervida antes de echar el café. Ante de servirlo, puede agitar precisamente la taza para asegurarse de que los aceites más fuertes, y por tanto los sabores más intensos, se distribuyan en la misma.
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