¿Sabrías diferenciar las salsas que dominan la cocina francesa o salsas “madre”? Te presentamos una por una estas elaboraciones imprescindibles en los platos del país galo.
Salsa bechamel
Es, quizás, una de las más sencillas y más utilizadas en la cocina actual. La receta original solo tiene cinco ingredientes: mantequilla, harina, leche, sal y nuez moscada.
La encontrarás en platos como la lasaña o como base para preparar croquetas.
Salsa velouté
Es una salsa similar a la bechamel pero más ligera. Sus ingredientes son: caldo de pescado o pollo, mantequilla, harina, sal y una pizca de pimienta. En francés, velouté significa aterciopelado, que es la textura que tiene esta salsa en su punto perfecto.
La encontrarás como fondo para pescados o como base de cremas.
Salsa española
Es la más oscura de todas. Lleva caldo de ternera, cebolla, apio, tomate, harina, mantequilla, ajo, pimienta negra, laurel y sal. Sirve como base para elaborar gravies o reducciones.
La encontrarás acompañando carnes rojas o aves como el pavo.
Salsa holandesa
Una de las más demandadas en Francia. Sus ingredientes son yema de huevo, mantequilla, zumo de limón o vinagre, sal y pimienta cayena. Su elaboración es complicada por mezclar ácidos, proteínas y grasas. Apta para valientes.
Añadiendo vino blanco y estragón da lugar a la salsa bearnesa.
La puedes encontrar sobre los huevos benedictinos o acompañando a carnes rojas y pescados.
Salsa de tomate
Es una de las más sencillas y conocidas internacionalmente. Lleva tomate, apio, cebolla y zanahoria. Aunque se puede aromatizar con tomillo, laurel u orégano.
La encontrarás en pastas, acompañando a carnes rojas, cerdo, pollo o pescados.
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