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Para lograr un buen alioli sólo debe tener paciencia

Nerón, el emperador del imperio romano, entre el 54 y 68 d. C, conocido como el incendiario de Roma, es considerado el creador de la combinación del aceite de oliva y el ajo. ¿Quién hubiera dicho que un hombre tan bárbaro como lo fue él, pudiese crear un manjar tan exquisito?

El ajiaceite o alioli (del catalán allioli) se ha convertido en una base fundamental de la cocina española. El nombre de esta salsa fría muy popular procede de las palabras all (ajo) y oli (aceite). El auténtico consta únicamente de estos dos ingredientes, además de sal.

Y es que con la mano de un mortero se tritura el ajo, mientras se añade el aceite lentamente. Antaño, en un alioli verdadero el huevo estaba mal visto, pero actualmente hay pocas personas que no usen al menos algo de este alimento.

Un cocinero demuestra su habilidad volviendo hacia abajo el mortero una vez lista la salsa sin que la masa picante se despegue. Es algo que muy pocos consiguen. Esta mezcla se sirve con los más variados platos de pescados y arroz, así como con carne a la brasa y verduras.

Tenga en cuenta que para lograrlo satisfactoriamente, sólo debe tener un poco de paciencia, ya que esta rica salsa se elabora en un mortero. El ajo debe estar muy bien machacado y sin trocitos, y remover lentamente la mezcla es fundamental.

Cómo prepararlo

Ajo machacacdo
El ajo debe estar bien machacado y sin trocitos

La receta original consta de 3 dientes de ajo grande picados, ¼ – ½ cucharadita de sal, 1/8 – ¼  litro de aceite de oliva y jugo de limón al gusto. La preparación comienza triturando el ajo junto con la sal en el mortero hasta conseguir una mezcla homogénea. Incorpore el aceite, primero unas gotas y luego un chorrito, sin dejar de remover, hasta formar una pasta espesa. Agregue a su gusto unas gotas de limón.

Sin embargo, existe una versión moderna del alioli. Básicamente es la misma, solo que se le agrega huevos. Solo necesitará 3 dientes de ajo grande picados, ½ cucharadita de sal, 1 o 2 yemas de huevo, ¼ de litro de aceite de oliva y jugo de limón al gusto.

Corte los ajos en pedazos pequeños y tritúrelos en el mortero junto con la sal hasta conseguir una mezcla homogénea. Añada las yemas, y sin dejar de remover, vaya incorporando el aceite, primero unas gotas y luego un chorro. Después, a su gusto eche las gotas de limón y sirva frío. Para remover el aceite puede utilizar también una batidora.

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