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Los mariscos, apreciables “tesoros” marinos

Los mariscos se pueden dividir en crustáceos (cangrejos, langostas, camarones, gambas, cangrejos de río, langostinos) y moluscos (mejillones, ostras, berberechos, buccinos, bígaros, almejas y vieiras).

Todos contienen las mismas proteínas y otros nutrientes del pescado blanco, pero eso sí, más sal, aunque son poco calóricos. Los moluscos están provistos de mucho más hierro y vitamina A. Además, son excelentes fuentes de zinc, sobre todo ostras, berberechos, buccinos y bígaros.

Se ha discutido mucho sobre el alto colesterol de algunos mariscos, pero los expertos están de acuerdo en que representa un riesgo sólo para personas con enfermedades genéticas del lipometabolismo. Un consumo regular reduce el nivel de las grasas LDL, las más peligrosas para el corazón.

También poseen pequeñas cantidades de los ácidos esenciales omega-3, que protegen el corazón. Otra razón por la que debería comerlos es su alto contenido de selenio, cuya ausencia se ha relacionado con las enfermedades coronarias y con un mayor riesgo de cáncer de esófago y de próstata.

Según cuenta la historia, en el siglo XVIII, el italiano Giacomo Casanova, considerado un gran donjuán, comía 70 ostras al día, lo cual le permitía, decía él, tener un rendimiento sexual extraordinario.

Actualmente se conoce que este molusco tiene cantidades importantes de zinc, esencial para la producción de esperma y para mantener la potencia sexual en el hombre. De hecho, una docena de ostras aporta ese mineral suficiente para toda una semana.

Así como hay personas que son alérgicas a los mariscos, también existen las que sufren de gota al comerlos en cantidades inadecuadas.

Marinados

Hay no pocas recetas para sacarle el mayor provecho a estos alimentos del mar. Aquí les compartimos una de mariscos marinados, cuya preparación está llena de increíbles sabores y rinde para ocho personas.

Ingredientes

  • 500 g de mejillones limpios y sin barbas
  • ½ taza (125 ml) de vinagre de vino blanco
  • 3 hojas de laurel
  • 500 g de calamares cortados en anillos
  • 2 dientes de ajo machacados
  • 500 g de vieiras
  • 500 g de camarones pelados y sin hilo intestinal
  • ½ taza (125 ml) de aceite de oliva virgen extra
  • 3 cucharadas de jugo de limón
  • 1 cucharada de vinagre de vino banco
  • 1 cucharada de mostaza de Dijon
  • 3 tazas (750 ml) de agua
  • 1 cucharada de perejil fresco picado
  • Sal

Preparación

  • Deseche los mejillones abiertos. Ponga a hervir una olla con el vinagre, las hojas de laurel, 3 tazas (750 ml) de agua y ½ cucharadita de sal. Añada los calamares y las vieiras, reduzca el fuego al mínimo y hiérvalo todo 2 o 3 minutos, o hasta que los mariscos hayan quedado blandos. Extráigalos con una espumadera y deposítelo en un cuenco.
  • Repita la operación con los calamares, hirviéndolos hasta que queden rosados y retírelos con la espumadera. Ponga a hervir de nuevo el líquido y vierta en él los mejillones. Tápelos, reduzca el fuego y déjelos hervir unos 3 minutos o hasta que se abran las valvas. Remueva de vez en cuando y deseche los moluscos cerrados. Déjelos enfriar, extraiga los mejillones e incorpórelos al cuenco.
  • Mezcle el ajo, el aceite, el jugo de limón, el vinagre, la mostaza y el perejil. Aliñe los mariscos y refrigérelo todo 1 o 2 horas antes de servirlo.

Tenga en cuenta: Los mariscos no deben cocerse nunca en exceso, pues se endurecerían.

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