Lo que en realidad es el recipiente de un postre, puede convertirse en un depósito de gran variedad de objetos. Es común que las abuelas dedicadas a tejer las utilicen para guardar sus implementos. Quizás inspirados en esto, la corona británica le dio un uso mucho más importante y valioso. Pues utilizaron una caja de galletas para salvar sus invaluables joyas.
Un escondite inesperado
En los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi, liderada por Adolf Hitler, estaba decidida a conquistar Europa. Era latente la preocupación de una imposible invasión a Inglaterra. A raíz de esto, la monarquía optó por una manera muy curiosa de proteger sus piedras preciosas: esconder los brillantes principales en una lata de la marca Fortt´s Bath Oliver. Esto, según un documental publicado por la cadena BBC.
En 1940 se produjo la llamada “Batalla de Inglaterra”, como se conoce una serie de combates aéreos librados en cielo británico. Los motivos de este conflicto eran las intenciones alemanas de destruir las Royal Air Force para invadir el Reino Unido. Por esos días, el rey Jorge VI, padre de Isabel II, pensó rápidamente en resguardar sus pertenencias.
No, no tenía galletas…
Anteriormente, se pensaba que las joyas se habían almacenado en una cueva en Gales o en una bóveda canadiense. Todo muy alejado de la realidad. Finalmente, el historiador Alaistar Bruce resolvió el enigma. Al leer unas cartas entre el bibliotecario real Owen Morshead y la madre de Jorge VI, María, descubrió la verdad. La familia real escondió todo en cajas de galletas.
Las órdenes del rey fueron trasladar las joyas en el interior de los recipientes de aluminio al conocido Castillo de Windsor. Ahí se cavarían dos agujeros en las cercanías de una de las entradas de la edificación, donde serían ocultas. Se trataría, principalmente, de las que forman parte de la corona, entre las que destacarían el rubí “The Black Prince’s” y el zafiro “St. Edward”.
Una vez a salvo de los peligros de la guerra, fueron regresadas al Palacio de Buckingham y puestas en su lugar.
Inocencia real
Lo curioso del caso es que la reina Isabel desconocía la historia. Con aproximadamente 14 años, sabía que las joyas serían ocultas. Más ignoraba la manera como esto se realizó; se enteró al ver el documental, el cual fue realizado en honor de los 65 años de su coronación. “Lo que era encantador era que la reina no tenía conocimiento de eso”, comentó Bruce.
En la pieza audiovisual, la monarca también habla acerca de la confección de la corona, que está hecha de 2868 diamantes, 11 esmeraldas, 17 zafiros y varios cientos de perlas. Pesa 1,28 kilogramos. “No puedes mirar abajo para leer el discurso, hay que subirlo, porque si lo hicieras te romperías el cuello”, cita durante el filme.
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Con información de BBC y FoodAndWine