Hablar de entusiasmo, alegría y pasión es necesario para describir al chef Alejandro Vilhena, quien ha conquistado el paladar panameño. Con apenas 30 años, el cocinero venezolano acumula un arsenal de experiencias que le vislumbran un futuro promisorio.
Alejandro creció en medio de la faena del fogón del hogar. Entre tertulias y recetas de su madre, tías y abuela, el joven Vilhena empezó a tomarle poco a poco amor a la cocina. “Desde pequeño vi cómo mi familia disfrutaba de la buena mesa. Mi mamá, mis tías y mi abuela siempre estaban cocinando. Yo pasaba más tiempo con ellas en la cocina que en otras partes de la casa; fue así como empezó mi amor por la gastronomía”, expresa el cocinero.
Con su norte claro, Alejandro Vilhena decide hacer de la cocina lo suyo sin muchos preámbulos. Cursa sus estudios en el Centro Venezolano de Capacitación Gastronómica (C.V.C.G.). Durante sus pasantías, en el restaurante Malabar, en Caracas, conoce a Carlos García, quien se convertirá desde entonces en su mayor influencia culinaria.
Sueños que se cumplen
A lo largo de su pasantía en el restaurante Malabar, logra trabajar con el chef Carlos García, quien rápidamente causa estupor en Alejandro Vilhena. “Desde aquel momento, él se convirtió en mi mayor influencia. Me enseñó muchas técnicas, procesos y la forma de ver la cocina”. Vilhena culmina sus pasantías en Malabar a la par que García deja la dirección de los fogones del condumio caraqueño para abrirse paso con su propio restaurante.
Por el momento, el camino de Alejandro se aleja de su modelo a seguir. Una vez que deja Malabar, trabaja en varios restaurantes de Caracas, entre ellos Magnolia, dirigido en aquel momento por Federico Tischler. También pasa una temporada en Italia, donde dirige la cocina del comedor Il56. Seis meses después regresa a la capital venezolana con una maleta cargada de nuevos conocimientos.
A pesar de que han pasado varios años desde que conoció al chef García, su avidez por trabajar con él no cesa. “Para mí era un sueño trabajar con Carlos en Alto. Lo intenté varias veces hasta que finalmente lo logré”.
Bajo la guía de García, Alejandro adquiere conocimientos, procesos y técnicas en una larga temporada en Alto. “Fueron años de mucho sacrificio, pero también de muchísimo aprendizaje. Estaba en el lugar en el que quería estar para crecer”, dice.
Cuatro años más tarde sus esfuerzos y su talento se ven recompensados y se le asigna la dirección de los fogones de Alto Bar. Además de llevar la batuta en la cocina, Vilhena tiene la oportunidad de crear, junto a Carlos, el menú a disfrutar allí. “Fue una experiencia muy gratificante. Tuve mayor libertad creativa. Poco a poco fui proponiendo platos que fueron incluidos en el menú y la gente empezó a degustar mi propio concepto de la gastronomía”, señala con entusiasmo.
La oportunidad
Su periplo por la gastronomía venezolana se había topado con un techo en los fogones de Alto Bar y, casi sin proponérselo, surgió la oportunidad de demostrar su talento en tierras foráneas: “Sin buscarlo me llegó una propuesta para trabajar en el restaurante Casa Blanca de Panamá. Al principio tenía muchas dudas sobre dejar el país, pero finalmente me decidí. Salí de mi zona de confort y me trasladé a Panamá para enfrentar este nuevo reto”.
Desde la llegada de Alejandro Vilhena a Panamá el trabajó no cesó. “Primero estuve en el restaurante Casa Blanca y asesoraba a Urracá Gastro Bar o Todo Gourmet. También tuve la oportunidad de colaborar como cocinero en el restaurante Tierra del chef José Regazzi”, recuerda.
En poco tiempo Alejandro logra hacerse un nombre en el mundo de las cocinas panameñas y otro proyecto llama a su puerta. Se trata de Brutto Restaurant, un condumio con un nuevo concepto que rápidamente atrapa los paladares exigentes del país centroamericano: “Poco a poco me enamoré del proyecto de Brutto Restaurant. Al principio era un poco difícil. Se trataba de un tipo de cocina que no conocía y que se alejaba de mis raíces venezolanas, pero rápidamente me adapté. Ideamos un menú que ha tenido mucha aceptación entre los comensales, donde mezclamos la cocina panameña y la norteamericana con toques asiáticos y un poco de mi sazón venezolana”.
La cocina como vocación y evocación
Más que un trabajo, para este joven la cocina es un hobby del cual puede vivir. Cada uno de sus platos parte de la premisa de crear una emoción en el comensal: “Me gusta que al probarlos la gente perciba más que un sabor, que pueda evocar un sentimiento, un recuerdo. No hay nada más gratificante que esos tres segundos en los que el comensal sonríe y se sumerge en el sabor del plato. Eso es lo que busco cuando creo una receta”.
La pasión y el talento de Alejandro en la cocina se han visto recompensados. A lo largo de los dos años que lleva en Panamá se ha ido labrando un nombre entre cocineros conocidos de la ciudad. Recientemente tuvo el chance de participar como jurado invitado en el programa de televisión Top Chef Panamá; además, junto a otros tres chefs, competió en Duelo de Chefs Panamá 2017 y se alzó como el ganador.
Alejandro Vilhena a fondo
Plato irresistible: “El sushi y la hamburguesa”.
Trago o bebida preferida: “Gin tonic”.
Ingrediente infaltable: “El cilantro; es la base de todo”.
Tipo de cocina favorita: “La venezolana”.
La primera receta que preparaste: “Una tortilla de calabacín que me enseñó mi abuela”.
La receta que más difícil se le ha hecho: “El mondongo de Mercedes Oropeza”.
Y la que mejor le queda: “Risotto”.
Algo que lo inspire para cocinar: “La alegría que le generan los platos al comensal”.
Pecado culinario que se puede perdonar: “Hondashi. Es un mal necesario”.
Puede seguir al chef Alejandro Vilhena en Instagram y Twitter: @alejo2010ve
Por Lorena Centeno
@Loredann
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